lunes, 18 de abril de 2016

Un chico como yo en un lugar como este.

Dicen los sociólogos que un pez de las profundidades del mar probablemente de lo ultimo que sería consciente fuera de la existencia del agua pues hasta que no ascendiera a la superficie y tomara contacto con el aire no experimentaría el cambio de medio que, comparativamente, le permitiría valorar al primero como tal.

Los sociologos utilizan esta metáfora para explicar que los seres humanos hasta la revolución industrial, con la consiguiente transformación de comunidades rurales en sociedades contractuales urbanas, no fueron conscientes de que la sociedad era el medio natural del individuo.

Aquella descomposición de los vínculos sociales trajo a colación la preocupación de muchos intelectuales por la nueva situación.

La aplicación del método científico al estudio de la sociedad  conformo la sociología como disciplina científica y alguno de sus primeros "sacerdotes" incluso llegaron a pensar que se estaba conformando la nueva religión de la nueva sociedad industrial.

El tiempo pasó, tal ciencia abandono sus derroteros más místicos comtiamos e, independientemente del carácter poliparadigmático de la misma, la sociología se estableció definitivante, quizá no como cúlmen del resto del edificio científico como esperaba el propio Comte, pero si, indefectiblemente, como ciencia que estudia la sociedad.

Al iniciarnos en el estudio de las ciencias sociales ni son pocas las cosas que nos sorprenden ni son tantas las que sacamos en claro, eso si, aprender , aprendemos y aunque ello no es garantía de nada, somos cada vez mas difíciles de engañar.

Estoy seguro que no fui el primero de los jovenes que apoyo y participo el 15M que llegó a la conclusión de que aquel potencial de cambio "ventana de oportunidad que dirían algunos académicos" se terminaba diluyendo en un inoperante sistema asambleario donde muchas de las veces el problema latente era la falta de formación.

Decidí, no mucho tiempo después, superar mis propios limites y empecé a cursar la carrera de ciencias políticas.

Al principio es como aprender idiomas, un nuevo vocabulario, muchos conceptos de los que aprendes su verdadero significado mientras aprendes que , en no pocas ocasiones, estabas equivocado en lo que significaban otros.

De los padres fundadores a sus teorías, de estas a las distintas escuelas que configuraron y mas tarde volvemos al principio para definir, como nuevos, viejos conceptos a los que por un lado precedemos de "neo-" y por otro cambiamos matices adaptándolos al tiempo vigente.

Las ideas vienen y van como las modas, como dice el profesor Cotarelo "la penúltima nueva izquierda nace vieja antes de llegar la ultima, que al igual que la anterior, nace vieja también".

Pronto los novedosos se dividen entre pragmáticos y auténticos, como apunta el profesor Torreblanca Paya, donde los primeros se ven incentivados a la continuidad posibilista y los segundos son marginados por maximalistas radicales.

Si algo ha caracterizado a lo que hemos vivido en este país como "vieja política", la del 78 en adelante, es el uso continuado de la propaganda, nuestros partidos de masas nacen como partidos electorales y si el centrismo ganador, es la posición  necesaria para llegar al poder, es precisamente la propaganda electoral "con una sonrisa y un eslogan capaz de jubilar todo programa, como explica el profesor Andrés de Blas Guerrero", el epicentro de una política mediocre.

Recuerdo antes de haber empezado mis estudios de ciencia política haber llegado a la conclusión de que,  si bien era importante educar políticamente a la ciudadanía en las etapas básicas y medias de la educación "por aquello de un voto responsable, con propiedad", mas urgente y sencillo era formar a la ciudadanía para que aprendiera a discernir entre falacias y argumentos; con un folio y medio sobre técnica argumentativa bastaría para aprender a identificarlas.

Si algo caracterizó esta vieja política era precisamente el repertorio falaz que tanto en medios de comunicación como órganos institucionales unos espetaban a otros y otros a unos; falacia ab hominem al canto : desacreditación personal a falta de argumentos, y tu mas, etc.

¿Hay acaso diferencia entonces entre los nuevos y los viejos?

El recurso a la cal en la investidura fallida nos habla de ello y poner en youtube el nombre del nuevo candidato favorito sucedido de un "Vs", con la ingente cantidad de material multimedia perpetrado para ello que encontraremos en los resultados, nos ratifica que la nueva política de nueva no tiene nada en cuanto a los usos de las malas artes y maneras.

Los nuevos sofistas acusan de sofismo a los sofistas de siempre, todo ello muy sofisticadamente; 2.0

Cuando vemos a alguien cualquiera, incluso un político de profesión sin cualificación especifica, incurrir en falacias, podemos plantearnos la duda de que incurra en ellas por mera ignorancia o por afán de manipulación.

Cuando el que lo hace es un politólogo, la ignorancia queda descartada y lo nuevo se descubre como viejo manipulador.




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