jueves, 12 de octubre de 2017

El peligroso trasvase de la legitimidad racional-legal a la tradicional por la unidad de España



Anteponer la legitimidad tradicional de la unidad a la legitimidad racional-legal de la democracia puede comportar resultados peligrosamente inesperados para el futuro próximo.

Si se aplica el 155 y en las siguientes elecciones vuelve a ganar el independentismo, ¿Que hacemos?.

Me preocupa mucho. Y me preocupa sobre todo la deriva filo-fascista que pueda tener respecto a la paz social.

#NoQuieroOtraGuerraCivil
#NoQuierounRuanda

Sembrar odio con humor y recogerlo con horror nos lleva a ello.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Cataluña, la independencia, el Art.155 y el c*oño la Bernarda.



Estos días asistimos al implacable envite de bandos políticos y deformación de la opinión pública. Ante el desafío soberanista catalán , el estado español no ha querido quedarse atrás y ha vestido de responsabilidad constitucional la complicidad mediática.

http://www.europapress.es/sociedad/noticia-gobierno-agradece-medios-comunicacion-apoyo-les-pide-contribuyan-serenidad-20171005214832.html

"El camino hacia la tiranía esta asfaltado por razones de necesidad"

Los loros civiles, repetidores incansables de los mantras televisivos,  repiten una y otra vez que la aplicación del Art.155 es la solución: suspender la autonomía, poner un gobierno de concentración y ya luego, cuando estén "los puentes reparados", convocar elecciones.

¿Y si tales elecciones las vuelve a ganar el independentismo? El terreno de las pasiones sin razones es fanáticamente peligroso.

La Constitución es una convención, ¿qué  sentido tiene poner, aún más, en peligro los afectos territoriales en base a la inmovilidad constitucional?

La Constitución es una convención y en cualquier momento se puede volver a convenir. Siempre dentro de los procedimientos constitucionales pues si no, no sería un cambio, mayor o menor, de la carta Magna sino una violacion de la misma, algo que desde Kelsen, tenemos muy claro.


En relación con su concepción sobre el Poder Constituyente, Kelsen nos dice que “la doctrina del pouvoir constituant no puede tener otro sentido que el de poner dificultades a la modificación de las normas que fundamentan ciertos casos del derecho positivo“(3), no distinguiendo así, entre poder legislativo y poder Constituyente, otorgándole a ambos solo esferas de competencias distintas.

http://debatesconstitucionales.blogspot.com.es/2013/04/hans-kelsen-y-su-concepto-logico.html?m=1

Desde que en 1812 dispusiéramos de la primera de nuestras constituciones, hemos tenido 8 cartas magnas y un buen número de otras disposiciones máximas como el estatuto de Bayona, leyes fundamentales del reino con Franco y otra serie de constituciónes que se llegaron a diseñar y desarrollar pero no a aplicar.

Poner en juego la convivencia Inter-regional en base al inmovilismo Constituciónal  es tan de fanático como de obtuso, ambos tan relacionados.

Y si ninguna de las naciones modernas nace de ninguna suerte de contrato social sino del sometimiento de los gobernados por los gobernantes, dígase y déjense de repetir aburridos mantras jurídicos propios de la más insensata estrechez de miras.

En gran medida, nuestra carta Magna no es más que un corta y pega del constitucionalismo del momento con claras aportaciones del Constituciónalismo Portugués tras la revolución de los claveles y del influjo del constitucionalismo que tras la segunda guerra mundial se dio en los países derrotados por los aliados como Italia y Alemania.

En no pocos casos un mero corta pega de orden cambiado.

Ahora dígame, ¿Cuál es el sentido del fanatismo con el inmovilismo constitucional? ¿Que sentido tiene perder territorios por ésto? ¿Alguien gana algo de ello? Me temo que nos somos los pueblos de España.

Pongamos que aplicamos el 155, ponemos un gobierno de concentración, procuramos reparar puentes, se les convocan elecciones y vuelven a ganar los independentistas, ¿Qué hacemos?.

Un saludo .




martes, 10 de octubre de 2017

Carta abierta a CCFFSSE 06/10/17


Hola a todos.

Soy un simple ciudadano que lleva unos días acudiendo a este foro para informarse, en la medida de lo posible, de como están viviendo ustedes esta situación y que piensan al respecto.

En primer lugar quisiera agradece a los CCFFSSE la labor que hacen. Es un placer vivir en un país que, a pesar de sus defectos, es un estado de derecho, social y democrático donde sus cuerpos velan por que así siga siendo, una labor tan encomiable como indispensable para que nosotos, nuestros familiares y conciudadanos podamos vivir en paz, más que sea relativamente.

En segundo lugar, comentar que soy un estudiante de ciencias politicas y de la administración, (ni soy de podemos, ni los voto, tampoco soy independentista  catalán) hago un esfuerzo continuo, en la medida de lo que me es humanamente posible, por comprender, por razonar, por entender a mis opuestos, por ser un ser empático.

Empatizo tanto con el agente encargado de hacer cumplir la ley como con quién práctica la resistencia pacífica como forma de protesta.

Evidentemente empatizar es una cosa y eximir es otra, quien delinque lo paga.La desobediencia y la sedición son  delitos. España no podría ser un estado de derecho si el estado no tuviera el monopolio de la fuerza legítima y la utilizará debidamente para defenderlo.

Asisto con verdadera preocupación al escenario que acontece. Sin ser un experto en nada, he realizado un pequeño curso de extensión universitaria sobre "la fusión de identidad como variable predictora del comportamiento extremo" una variable psico-social, que se está estudiando a lo largo y ancho del planeta, evidentemente por su eficacia demostrada empíricamente, para tratar de anticiparse a grupos sociales potencialmente propensos hacia la radicalización, para trazar estrategias de des-radicalización en ellos.

Precisamente en este curso recuerdo haber estudiado cosas verdaderamente interesantes, nada nuevas bajo el sol, aunque si lo fueron para mi, como el paradigma del grupo mínimo, los conflictos intratables, etc.

Recuerdo haberme quedado profundamente dañado con la caso concreto de Ruanda. La entrevista, desde la cárcel, a la presa que llorando, contaba que ella solo seguía órdenes explícitas del gobierno cuando emitía, como locutora de radio, los mensajes radiofónicos que el gobierno le enviaba, es desgarrador, ella mientras lo hacia, según manifiesta, era incapaz de imaginarse el alcance de unos acontecimientos que iban a desbordarse en horror, aunque aquellos mensajes eran llamamientos a la violencia tan explícitos que no hay margen para su justificación.

Ustedes son nuestra policía, la de todos los españoles, también la de los catalanes, aunque a una parte de ellos no les guste, les ruego con el corazón en la mano, prudencia.

No hablo de una prudencia materializada como duda a la hora de ejercer funciones, jamás osaría a tal atrevimiento, ustedes están perfectamente formados, saben y deben cumplir con su deber pues gracias a eso, en gran parte, somos, tal y como decía al principio, un estado social y democrático de derecho.

Cuando hablo de prudencia me refiero a, en nuestra cotidianeidad, no fomentar desprecios ni conductas violentas, no deshumanizar (clave de exterminio pues aniquilar comporta "nihil" que es la nada: no ningunear), no ser cómplices inconscientes hoy de un horror peor mañana.

Lejos de solucionar nada, calificar a determinados ciudadanos de guarros, de separRATA o que aquellos califiquen a la policía de perros, o de lo que sea, los nazis a los judíos de ratas, en Ruanda,  entre etnias, de cucarachas, contribuye a animalizarnos, en el sentido de deshumanizarnos, clave presente en no pocas de las barbaridades genocidas de nuestra especie.

No apelemos a las pasiones ni a odios atávicos, no abandonemos la racionalidad. No sucumbamos con humor a sembrar un odio en cuya siega un ser empático no puede más que llorar.

Se, de antemano, que pretendo un grado de sentido común superior al de no pocos políticos irresponsables, que como ustedes bien saben, vienen y van, pero ustedes los policías y nosotros los ciudadanos seguimos conviviendo y en tal convivencia la paz social es causa necesaria, de ella, justicia y policía son salvaguarda.

Para mí ha sido un placer haber vivido en democracia y no quisiera para mis hijos un futuro peor, es por ello que me he tomado este atrevimiento de exponer aquí lo que verdaderamente me preocupa y apele, simultáneamente, a vuestra eficiencia profesional y a vuestra prudencia personal.

Según se han desarrollado los acontecimientos,  podemos observar en muchísimos comentarios de cualquier medio nacional que se ha convertido en algo habitual la apología de la violencia pero sigue siendo un delito recogido en el código penal.

Quizá sea algo que venga bien recordar a quien, en sus círculos íntimos, esté planteando está cuestión territorial como si fuera una cuestión de fútbol, algo que me da tanta pena como miedo pues mucho me temo que exceda a mi entorno social.

La presión económica de la retirada de sedes de empresas, puede haber sido un movimiento oportuno e inteligente y ser un factor crucial para que se desinfle la tendencia separatista, ojalá las manifestaciones previstas para este fin de semana no supongan ningún contraproducente desenlace trágico que revierta tal efecto la tendencia.

Un sincero saludo de un simple ciudadano y de nuevo, muchísimas gracias por tan importante labor.

¡ Virtud y Honor !


lunes, 9 de octubre de 2017

El miniver orweliano en lo cotidiano.


El Ministerio de la Verdad (en neolenguaMiniver) es una institución ficticia ideada por George Orwell para su novela 1984, y es uno de los cuatro ministerios con los que el Partido, el Ingsoc, ejercía el gobierno en esa novela. Los nombres de los Ministerios en 1984 se refieren al "doblepensar", de modo tal que la principal función del ministerio de la verdad es la reescritura de la historia y el falseo de esta. Por esto reflejan fielmente las ideas del partido plasmadas en la neolengua

www.wikipedia.es

Un saludo para todos los que trabajan desde los miniver con el firme propósito de deformar la opinión pública y hacer un poco más triste nuestra vida en democracia.





miércoles, 4 de octubre de 2017

Brotes verdes para la continuidad de la convivencia democrática.



Me preocupa que, por ambas partes sentirse cargadas de razón, nos empujen a una situación interna de paz precaria, de convivencia hostil, de imposición violenta, más allá del territorio concernido.

Hoy, más que nunca, más que arriesgado es peligroso salirse del "mainstream", de la corriente principal, en medio de la escalada de tensión no cabe la neutralidad.

Lo que en tiempos de normalidad hubiera sido condenado como apología a la violencia se está convirtiendo en cotidianeidad y no nos estamos percatando de ello.

Vaya usted ahora mismo a cualquiera de los principales periódicos y atienda a los comentarios de las principales noticias.

¿Ha visto cuanto odio y cuanta invitación a la violencia? 

En los bares, donde ya se levantaba la voz antes, ahora resuena con tirria, con el odio del ignorante intransigente que es incapaz de aceptar que hay gente que piensa lo contrario a el y, lejos de respetar, requisito indispensable para convivir, se pretende imponer, repitiendo las consignas que su medio de comunicación habitual le proporciona a modo de propaganda, que más que informarte,te posiciona.

Sepa usted que me es completamente indiferente sus preferencias ideológicas, su sentimiento patrio y cualquier otra de las características que puedan asemejarnos o diferenciarnos, pero sepa bien, que ante todo le respeto. 

Me preocupa de sobremanera la evolución que este asunto está teniendo, veo brillos en miradas oscuras que parecen ilusionarse con la violencia.

No es únicamente una cuestión regional, aunque regional sea el origen del problema, no podría estar más distante en diagonal del lugar y, aún así, hay conatos de violencia.

Poca cosa, por ahora, pero absolutamente nada tiende a mostrar que haya visos de mejora.

Hoy, a todos los que nacimos en democracia, ya no nos parecen tan imposibles determinadas situaciones que aún pareciendo sentenciadas al pasado, parecen estar sucediendo.

Cuídense mucho, no discutan absurdamente por ideas, la violencia ideológica es de las más absurdas posibles porque la gente, con el tiempo puede cambiar de ideas y la violencia ideológica solo tiene sentido desde una concepción estática e inmovilista de las ideas en las personas. 

No se puede defender la democracia con argumentos autoritarios propios de tiranías. No podemos imponer nuestro entendimiento de las cosas.

Hagannos el favor, políticos altamente eficientes, de evitar la escalada de violencia, algo que si tuvieran virtud debería ser el objetivo a toda costa.

No deja de irse aquel al que le pegas para que no se vaya, cañonearlos hace 175 años no basto para que hoy quieran seguir aquí y arrasarlos nuevamente tampoco tiene porqué conseguir nada diferente.

No le tengamos miedo a la democracia, que puedan decidir democráticamente y que se respete el resultado.

Sería muy triste que, por actuar aún más tarde y aún peor, un referéndum que pudiera salir negativo ahora, aún, tal y como ha pasado recientemente en Reino Unido, termine resultando afirmativo por la cantidad de violencia empleada entre tanto.

Algo absurdo que en la historia quedaría.

No le tengamos miedo a la democracia, no hagamos el ridículo de querer defender la democracia pegándole a quien la entiende diferente, no llamemos nazi a Gandhy.

El estado tiene el monopolio de la violencia legítima, pongamos todos un poquito de tolerancia de nuestra parte para que así pueda seguir siendo.

Cómo dijo Arthur Schopenhauer: "Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de lo que puede enorgullecerse, tiene como último recurso vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad"

No seamos hoy esos imbécibles que se matan por lo que piensan, como bien refleja el cuadro del encabezado de Goya: Duelo a garrotazos.

Yo, personalmente, no estoy a favor ni en contra de que Cataluña pueda independizarse, me es completamente indiferente que convivamos en paz en el mismo país o en países diferentes, lo que verdadera y únicamente me importa es la paz.

Cómo nos descuidemos y sigamos está corriente, nos vamos a terminar matando entre hermanos por defender a unos políticos corruptos, en ambos lados, que han conseguido enfrentarnos  para que nos peleamos entre nosotros y nos olvidemos de cuánto daño nos están haciendo ellos.

#YoNoQuieroUnaGuerraCivil.

Ojalá que tú tampoco.


jueves, 28 de septiembre de 2017

Cataluña y tú.



Es probable que el revolucionarismo propio de la juventud esté ligado a la visión idílica de las cosas, y sus cambios, que propicia la ignorancia; veces los cambios son para peor.

Pocos temas copan la opinión pública como Corea del norte y Cataluña en estos días. Llegando a ser desagradable el bombardeo mediático.

Los medios de comunicación forman la opinión de las mayorías ante las cuales las minorías discrepantes procuran pasar desapercibidas. Pocos querrían hoy pasear rojigualdas por Barcelona o lucir esteladas en Madrid; los resultados quizá puedan ser violentos.

Hace relativamente pocos dias, Ignacio Torreblanca rescataba, para un artículo de prensa, unas palabras del refranero español: "Que nadie se sorprenda por ver a un tonto descuernándose por una idea pues de diez cabezas, nueve embisten y una piensa"

¿Es acaso el destino de la humanidad, en cualquier nivel, en cualquier lugar, reducirlo todo a un conflicto de intereses, definido siempre como un juego de suma cero, donde o ganas o pierdes?

Sin espacios cooperativos de encuentro desde los que superar el enfrentamiento se hace de la confrontación una razón de estado, para unos, exaltados como futboleros, por el estado a conservar, para otros, ilusos como colonizados, ante la nación por crear.

Unos por defender su patria y otros para crear la suya.

Vaya...  y parecíamos un país moderno, europeo, avanzado... pero de nuevo no tardan en aparecer estos odios africanos que nos pinchan la burbuja de la consolidación democrática alcanzada, para algunos tras superar el 23F, para otros el otro día al alcanzar la simbólica cifra de los 40 años de democracia.

Hace 175 años el general Baldomero Espartero, en calidad de regente, bombardeó Barcelona desde el castillo de  Montjuïc para doblegar la rebeldía en la que se había declarado la ciudad.

"Vae victis" = ¡ Ay de los vencidos!.

Me preocupa tanto que quienes estén en posición de acercarse a tal azaña ignoren tal hecho histórico, como que otros, conociéndolo, pretendan obviarlo o sientan, en sus viscerales pulsiones, admiración por repetirlo.

¿Acaso gracias a tal suceso la situación hoy dista de ser parecida?

Como siempre, de la antigua Grecia pueden sacarse algunas observaciones sobre los modos de organización y convivencia, sobre su durabilidad en el tiempo pasado, sus ventajas e inconvenientes.

Durante su mandato al frente de la liga Delo-Atica, Atenas envío cleruquias (envíos de tropas de una ciudad a otra) a las ciudades que pensó oportuno para que intervinieran militarmente en la ciudad si se tomaban decisiones contrarias a sus intereses.

Del comportamiento imperialista de los atenienses el resto de los griegos dió clara protesta y los atenienses trataron de justificarse.

En Esparta no se produjo el fenómeno llamado "sinecismo" por el cual varias aldeas tendían a unirse en un régimen común, tal y como paso en Atenas por providencia gubernativa atribuida al rey Teseo.

Los lacedemonios se gobernaron siempre de forma federada, fueron durante toda su historia azote de tiranos y lograron mantener su patria a salvo por más de doscientos años.

Esparta, al frente de la liga del Peloponeso, ayudaba a sus aliados por la obligatoriedad que implica la dignidad del "hegemón", y termino venciendo a Atenas en la guerra del Peloponeso, aunque después de aquello ambas ciudades nunca fueron las mismas, más bien caricaturas de sí mismas.

Pensemos ahora si 175 años después Espartero y 40 años después de alcanzar ésta democracia, queremos una unión impuesta que pueda durar 70 años o un futuro conjunto por más doscientos años.

Evidentemente, la realidad es más ancha que este post, las posibilidades sobrepasan lo contemplado y el mundo tiene siempre la costumbre de adelantarse a cualquier expectativa, pillándonos desprevenidos.

Esperemos que, despistados, no se nos caiga encima cualquier "muro de Berlín" sin que seamos conscientes de la importancia del momento, cómo casi le pasa a algún Doctor mediático.

De cualquier manera, no perdamos la empatía para aceptar a quienes piensen antagónicamente a nosotros, lo contrario es una espiral de violencia e imposición donde ni el más fuerte, ni el más pequeño, tienen que ser necesariamente "el mejor".

En este caso, los españoles no necesitamos recordar la teoría arcaica del cambio de régimen según Hesiodo o Herodoto para entender la contradicción implícita del castigo divino cuando, compitiendo por el poder, tras una guerra civil, el agente de la injusticia se alza con el premio de la tiranía.

También en Grecia y según Tucidides, arrojando luz sobre tal contradicción, supera el argumento del castigo divino demostrando, sobre respaldo empírico, que la tiranía siempre fue precedida por el aumento de la riqueza, no deja de sorprender que se utilice como eslogan ser tal posición entre las economías de la zona.

Un saludo para todos y mucha suerte
Virtud y Honor.

martes, 14 de febrero de 2017

Natus in gente



Arthur Schopenhauer

Filósofo alemán


  Se puede estar mas o menos de acuerdo con la afirmación del señor Schopenhauer.

 Desde el punto de vista de los afectos nacionales, seguramente incluso puede llegar a ser irritable la afirmación del filósofo, y desde luego este no es el lugar para hablar, y mucho menos juzgar, el sentimiento patrio de nadie; vaya mi respeto por delante.

Seguramente, una vez justificado el amor patrio propio, la afirmación de Arturo cobra todo su explendor si la extrapolamos al resto de nacionalismos o regionalismos con los que cohabita nuestro sentimiemto patrio, es decir, probablemente nos sea tan fácil legitimar el nacionalismo propio como despreciar el nacionalismo/regionalismo ajeno.

Y esto si que resulta verdaderamente interesante, pues no solo muestra el doble rasero habitual, sino que demuestra lo arbitrarios que podemos llegar a ser.

Hoy, después de tanto tiempo sin poder escribír, vengo movido por el animo de revertir la afirmación de Arthur Schopenhauer, quizá en un exceso de atrevimiento que espero mi humilde condición de estudiante llegue a disculpar; atrevámonos a pensar.

No pretendo rebatirlo en su desprecio al orgullo por lo adscrito, lo cual es difícilmente criticable valorando con orgullo al merito.


Mi critica a su celebre frase viene por su entendimiento del factor azaroso que atribuye al nacimiento.

Uno no nace en el país donde ha tenido la suerte de nacer, uno nace en el país donde ha sido fecundado, gestado y nacido; y muchas veces ni siquiera las diferentes etapas suceden en el mismo pais, tampoco los criterios de acceso a la nacionalidad son los mismos en los poco menos de doscientos países que forman este planeta y ni si quiera vale presumir ninguna suerte de continuidad de tales principios en tales países; siendo variables y cambiantes.

Uno no nace donde el azar le depara sino donde sus padres lo crean y su madre lo alumbra.

La nacionalidad, vista así, pasa de ser el fruto de una casualidad susceptible de orgullo (frase de Arthur Schopenhauer,) a ser una causalidad,  responsabilidad, mas o menos asumida, veces tristemente eludida, por parte de los progenitores.

¿Acaso no tendrán derecho a reproducirse los habitantes del menos furtuito de los países de este planeta? Supongo que si.

¿No podrán sentirse tales hijos como los mas desafortunados del planeta?
Claro, de hecho lo son.

Entonces, quizá la confusión donde radica la equivocación, este en considerar fortuito aquello que es causado.

No es este el lugar para entrar a criticar la nacionalidad de nadie, vuelva a ir mi respeto por delante a todas las personas de este mundo, independientemente de donde hayan tenido la suerte de nacer, si es que llamar suerte a tal derivación de responsabilidad tiene algún sentido.